Javier Tobar
La fiesta es una obligación. Artesanos intelectuales en la imaginación de
mundos posibles
Editorial Universidad
del Cauca, Popayán, 2014
Hoy, jueves 27 de noviembre, se realiza en Popayán –
Colombia, el acto de lanzamiento del
libro de Javier Tobar La fiesta es una obligación. Artesanos intelectuales en la imaginación de
mundos posibles.
Me da alegría esta
publicación, principalmente por dos razones: la primera, porque Javier es un
buen amigo, y la segunda porque es un buen libro, interesante y significativo. Sí
Javier, La fiesta es una obligación. Lástima que no pueda asistir
a la fiesta de lanzamiento; pero desde este blog me uno a su celebración.
A continuación presento una reseña del texto escrita por el profesor Juan Duchesne-Winter
(Tomada de: http://www.unicauca.edu.co/editorial/es/resena/la-aportacion-teorica-de-javier-tobar-al-conocimiento-del-carnaval-de-negros-y-blancos-en):
La aportación teórica de Javier Tobar al conocimiento del
Carnaval de Negros y Blancos en Pasto, Colombia
Por:
Juan Duchesne-Winter
Profesor de Literatura Latinoamericana, Universidad de Pittsburgh.
duchesne@pitt.edu
Libro
reseñado: La fiesta es una obligación. Artesanos intelectuales en la
imaginación de mundos posibles, del
antropólogo Javier Tobar, profesor del departamento de Ciencias
Económicas de la Universidad del Cauca y coordinador del Programa de Maestría
en Estudios Interdisciplinarios del Desarrollo.
La etimología de la palabra de origen griego antiguo, “teoría”
apunta a una de las formas del conocimiento según éste se entiende en la
tradición occidental: el conocimiento como contemplación. La palabra
“contemplación” se deriva a su vez del latín “contemplatio”: mirar, observar,
ver desde el templo. En este sentido, se denota una situación de
distanciamiento con respecto a aquello que se observa: se le mira desde una
posición particularmente separada, distinguida, privilegiada, protegida, con
respecto al lugar en que se ubica el objeto de la contemplación. Hay cierta
connotación, también, de pasividad, de abstenerse de participar o siquiera
aproximarse al objeto observado.
Sin embargo, en la literatura antigua y medieval se registran
además otros usos del término “teoría” que se refieren más que a ver o
contemplar en sí mismos, al acto de preparar algo para que sea contemplado, es
decir, a la manera en que se articula, elabora, construye un evento, un objeto
y sobre todo una serie de objetos para que sean vistos, percibidos,
experimentados de la mejor manera posible. Entonces “teorizar” es también una
acción de organizar, realizar montajes, escenarios para mostrar series de
objetos y acciones ante determinados observadores, espectadores e incluso
participantes. Por eso hay textos en los que se les llamaba “teorías” a las
carrozas, confecciones, representaciones, actuaciones, conjuntos, comparsas que
desfilaban en las celebraciones que hoy día denominamos como carnavales. Hay
textos en que se admiraba la “bella teoría de Eros, de Príapo que desfiló” en
ocasión de una procesión celebratoria sagrada. En fin, que preparar un
carnaval, participar en él es hacer teoría, pues el carnaval en sí, al menos su
aspecto de presentación, exhibición y desfile, es una teoría. El carnaval es la
teoría y la teoría es el carnaval.
Javier Tobar, en este bello libro, hace teoría sobre la teoría
que es el carnaval mismo. Y es en más de un sentido que el profesor Tobar
realiza esa teoría de la teoría, pues más que describir el Carnaval de Pasto,
su propósito es estudiar “las artes que hacen posible su realización”; es
decir, él se propone examinar cómo se elabora, cómo se hace esa teoría que es
el carnaval; estudia, en fin, lo que algunos marxistas muy bien llamaron la
praxis teórica, para referirse al ejercicio activo y transformador del arte de
la teoría, en el cual participan, según lo consigna el propio Tobar, tanto el
alma, como la mano y el ojo.
En consonancia con ello, Tobar aborda la palabra de los
artesanos como testimonio íntegramente intelectual, creador y vital, y les
llama “intelectuales artesanos”. Los artesanos son también teóricos en cuanto
se involucran en una práctica teórica múltiple de la cual emerge una teoría del
Carnaval. El rol que asume, entonces, el profesor Tobar es dialogar con esa
teoría multiplicada por los oficios artesanales y simbólicos, es decir,
creativos y sociales del artesano carnavalesco. La gran contribución teórica y
metodológica de Javier Tobar a los estudios sobre el carnaval consiste en su
perspectiva original. A diferencia de la mayor parte de la bibliografía, el
libro de Tobar no se ocupa de algo que ya se ha hecho con mucha frecuencia, que
es la descripción del espectáculo mostrado en el carnaval, la descripción y
lectura del sentido de sus distintas representaciones, en las carrozas, las
comparsas, los personajes, las máscaras, las innumerable parafernalia visual y
acompañamiento musical y verbal, la participación colectiva. Este aspecto
espectacular y celebratorio, que por cierto es la culminación y epifanía del
carnaval, ya ha recibido, hasta ahora, bastante atención, y sin duda seguirá
mereciendo atención siempre. De hecho, el libro de Javier Tobar también aborda
ese aspecto, no lo deja de abordar. Pero su estudio enfoca sobre todo el lado
menos conocido, menos espectacular, más secreto, se podría decir, que es el
taller de forja, de manufactura, ideación, invención, narración, y pensamiento
de los entes participantes en el carnaval. Su análisis privilegia la figura que
él denomina como “el intelectual-artesano” en su escenario, que es el taller de
confección de las carrozas, los muñecos y otra parafernalia tan vital al
evento.
Es en ese diálogo que Tobar encuentra que el Carnaval no es sólo
espectáculo, show, despliegue, sino también concepción, pensamiento,
organización de prácticas colectivas, interacción del cuerpo con actores
materiales, energéticos y espirituales, y sobre todo, forja de relaciones, de
intercambios, reciprocidades entre múltiples participantes. En estos
intercambios, según el autor, se esbozan, atisban o vislumbran maneras colectivas
de vivir diferentes a las rutinas sociales y económicas dominantes, es decir,
que apuntan a otro tipo de relaciones entre los seres humanos. Por eso es que
el autor encuentra en esas prácticas una crítica del sistema social imperante,
según él mismo resume en palabras propias:
…la aparición del cuerpo
del carnaval ha impactado más a los estudiosos que las artes que hacen posible
su realización. Frente al espectáculo visual, económico y político que tiende a
domesticar y adormecer el pensamiento y la mirada, sostengo que la diferencia
de la constelación de imágenes y actos proyectada por estos hombres y mujeres
que hacen suyo el Carnaval de Negros y Blancos radicaría en mostrar una visión
crítica de la realidad y más digna de la vida.
Sirviéndose de algunas precisiones teóricas sobre la socialidad
cotidiana, el trabajo, la creación artesanal y las prácticas alternativas,
aportadas por figuras como Georges Bataille, Walter Benjamin, Michel de
Certeau, Paolo Virno y otros, el profesor Tobar realiza toda una labor de
conceptuación de la aportación también teórica, pero en un plano múltiple y
heterogéneo, de los intelectuales artesanos de Pasto. El núcleo, la mata, por
así decir, de ese proceso, es el propio trabajo del artesano. Este trabajo es
proteico, especial, pleno de posibilidades, sugestivo de otras posibilidades de
vida, precisamente por cuando no cae completamente dentro de la esfera de la
ley del valor. El trabajo reducido a la ley del valor, es decir, el
trabajo históricamente definido dentro del modo de producción capitalista, para
ser tal, debe generar valor de uso y valor de cambio. Es decir, no vale por sí
mismo en cuanto actividad, sino sólo como mediación en el proceso de producción
de valor. Pero resulta que el trabajo colectivo artesanal no produce ni valor
de uso (en el concepto capitalista muy limitado de lo que es “producción” y
“uso”) ni produce valor de cambio. El taller del carnaval produce, por
supuesto, un riquísimo valor simbólico, un riquísimo intercambio simbólico, el
cual pasa desapercibido ante el concepto miserable de la ley capitalista del
valor. Como dice nuestro autor, el trabajo aquí asume una categoría ontológica,
ya no es simple mediación, sino que asume un modo de ser vital, existencial, en
sí mismo, con valores intrínsecos que no se reducen a la ley capitalista del
valor. Lo que se llama “producir” o “trabajar” ya no consiste meramente en un
sujeto que manipula y transforma un objeto material, tal cual lo concibe el
productivismo moderno-capitalista, sino en establecer relaciones entre actores
múltiples, en intercambiar bienes y dones. Como dice el autor: Estamos aquí
ante “una concepción de trabajo que no se subsume en la idea del rendimiento.”
Lo que importa entonces es la experiencia vital misma que esta red de
relaciones genera en una o varias colectividades.
Este núcleo teórico le permite al profesor Tobar, entonces,
lanzarse a la exploración de las continuidades reveladas por la vasta
experiencia artesanal, colectiva y social ligada a la “producción” del
Carnaval, la cual se le revela, no como una acción unilateral del sujeto con la
materia, sino como una red de intercambio entre numerosos actores, en la cual,
incluso el cuerpo y su metabolismo en interacción con otros entes materiales,
constituye también un intercambio de bienes y una relación entre actores
heterogéneos, humanos y no humanos. La tendencia reguladora en todos estos
intercambios parece ser la reciprocidad y lo que se ha llamado una “estética de
la convivialidad”.
Así, equipado con esta perspectiva teórica múltiple, en la cual
confluye la propia teoría que es el carnaval, con la praxis de los artesanos,
incluyendo aquí a la variedad de actores que colaboran con los artesanos, y con
el bagaje intelectual-teórico del autor, el estudio que nos brinda Javier
Tobar, se despliega en la exploración de una serie de continuidades
relacionadas con el evento del Carnaval:
Vida cotidiana – Carnaval. El Carnaval es un evento singular,
puntual, ocurrente una vez al año, pero no se le puede separar de los aspectos
de la vida cotidiana transcurridos el resto del año.
Taller artesanal – Epifanía del Carnaval. El proceso de
confección de los elementos artesanales centrales al Carnaval es inseparable
del espectáculo al cual estos elementos aportan. Son parte de la epifanía, de
la revelación que allí ocurre.
Imaginario sociopolítico – celebración del Carnaval. Existe un
imaginario político en constante relación con el proceso del carnaval.
Artes y oficios manuales – Imaginación y teoría: performance
intelectual integral. Los saberes corporales y materiales son parte
constitutiva del pensamiento y el imaginario que aporta el Carnaval.
A mi juicio, la primera parte, teórica, del libro, motiva de
manera muy coherente y consistente, las preguntas que se abordan en el resto
del volumen. En mi caso, y de acuerdo a mis inquietudes actuales, las preguntas
que me motivó este libro desde su inicio son: Las actividades del carnaval,
¿constituyen una forma de producción (trabajo) regida por la ley del valor?
¿Pero estarían de todos modos indirectamente subsumidas por el capital? (Tal
vez, en la medida en que formen o no parte del espectáculo integrado:
publicidad, mercancía, es decir, la imagen como capital condensado.) ¿Se
atisba, según esta perspectiva del Carnaval, un residuo o emergencia de modos
de crear y vivir, es decir, de relaciones sociales, que desafían la ley del
valor? ¿Se apunta a alguna manera de crear vasos de comunicación,
continuidades, entre el carnaval y la vida cotidiana que sean propuestas,
prospectos de cambio real, más que atisbos, vislumbres o esbozos tentativos? Es
decir, no cuánto influye la vida cotidiana en el carnaval, sino cuánto el
carnaval influye en la vida cotidiana.
Uno de los intelectuales-artesanos con quienes dialoga el
autor apunta a este problema o interrogante cuando concluye:
Los talleres de los
artesanos de carnaval son lugares de encuentro. Es como una familia donde la
gente viene, donde todos aportan. Hay mucho compañerismo. Es un tiempo y
espacio mágico, efímero, inclusive, porque cuando se termina el carnaval no
significa nada: entra la tristeza, se vuelve a la realidad, a lo cotidiano.
Pero el taller es diferente porque aquí se sueña, se hacen cosas, molestas,
ríes y parece que fuera para siempre. Pero llega un día que este sueño se corta
y se vuelve a la realidad. Uno se siente como triste, pues vuelve a lo mismo,
otra vez a la cama de uno, a ver noticias, novelas, a la rutina. Pero aquí no
es rutina, es otro espacio, otro momento. Un espacio donde se está más lúcido y
más cerca de uno mismo, de lo que uno es (Raúl
Ordoñez 2008: entrevista).
Nos preguntamos: ¿Será siempre el tipo de vida enunciada en el
carnaval una intuición efímera, que siempre queda atrás, tras el regreso a la
rutina, al imperio de la ley del valor?
El propósito del libro, por supuesto, no es responder a dichas
preguntas, sino dar cuenta de una de las maneras en que la sociedad
contemporánea, en este caso, la sociedad de Pasto, les otorga concreción y
urgencia mediante una obra colectiva deslumbrante, proteica y plena, digna no
solo de ser contemplada, sino de ser vivida como prospecto de futuro.
Referencias
Tobar, Javier. La
fiesta es una obligación. Artesanos intelectuales en la imaginación de mundos
posibles.
***
Ver vídeo en youtube:
***
Ver vídeo en youtube:
No hay comentarios:
Publicar un comentario